martes, 23 de agosto de 2011

Movimiento.

Supongo que a veces nos olvidamos de que las personas somos mentes en constante evolución. ¿Cómo pretender no aceptar que la sociedad ruede si no es más que el conjunto de una maquinaria en acción? Pero para que la revolución social sea totalmente satisfactoria es necesario que crezca antes la necesidad del cambio en nuestras cabezas. Y al cambio se accede a través de la duda y del cuestionamiento. Nadie con miedo puede provocar un movimiento sano. Los grandes giros de la historia, los positivos, se han llevado a cabo por cerebros en equilibrio capaces de poner a prueba un razonamiento al que reforzar. Hay que entender que ningún paso se dará en falso cuando parta de una idea reafirmada. El futuro deberá constar de una cooperación para lograr la supervivencia. En un ciclo ambiental tan complejo como este empieza a ser incompatible la sensación de individualismo que reinaba hasta el momento. Paradójicamente, y como ha ocurrido a lo largo de las épocas, cualquier especie necesita de una ayuda externa para sobrevivir con éxito.
El ser humano, hasta cuando menos humano parece, sigue vivo. Y esta es la prueba definitoria para entender que el avance, entendido como un opuesto a lo estático, será infinito. Mientras haya una mente capaz de recibir estímulos, albergará la esperanza.

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